“Yo, como buen ciudadano, católico, padre de familia, y a pesar de dedicarme a las artes marciales, enseño los valores de la familia a la sociedad, principalmente a niños”.
Declaraciones de Filiberto Hernández Martínez
Filiberto Hernández Martínez nació en 1971 en Estación Velasco, en el municipio de Ébano, San Luis Potosí (México). Cuando era niño vivió en una casa construida con madera, plásticos y lámina, ubicada en la calle Moctezuma en la Colonia Colosio, con su padre Marcelino Hernández y su madre, Julia Martínez. Estudió la primaria en la escuela Revolución Mexicana y después en la secundaria Ponciano Arriaga. “Él era buen muchacho, yo los enseñé a trabajar desde chicos, porque había que darles para la escuela y siempre salían a hacer mandados, aquí jugaban con los vecinos”, diría su padre.
Marcelino Hernández, el padre de Filiberto
Su hermano Cruz era un delincuente reincidente, que en varias ocasiones fue detenido hasta que fue enviado al penal, en donde nunca fue visitado por su familia. A los 17 años, Filiberto decidió irse de militar; desde entonces su familia dejó de verlo. Militó en el Ejército, obteniendo el grado de Subteniente del Colegio del Aire, especializado en mantenimiento de aeronaves. Un tiempo trabajó en los estados de Coahuila y Chihuahua. Tiempo después se trasladó a Tamuín, un pueblo de San Luis Potosí, en plena Huasteca Potosina. Allí rentó una casa en la calle Jarrilla de la Colonia Juárez.
Mapa de Tamuín
Una vez en ese lugar, Filiberto se dedicó a dar clases de catecismo de manera privada, además de impartir enseñanzas sobre karate y zumba. A sus clases acudían mujeres de todas las edades. En sus cursos recibía desde niñas pequeñas hasta mujeres maduras.
La entrada al puebloSu madre murió en 2009. Filiberto se casó con una madre soltera; luego, embarazó a su hijastra, para entonces de diecisiete años.
“Me he transformado en un buen padre con la ayuda de Dios, dando ejemplo y testimonio con mi hijo. Todo Tamuín conoce y sabe, y me ha visto en las dos parroquias: Sagrado Corazón e Inmaculada Concepción. Pero quiero pagar por el daño causado a mi esposa, a su hija, estoy consciente de que ofendí a Dios, a toda la comunidad”, diría tiempo después al respecto.
Las calles de Tamuín
La primera víctima de Filiberto Hernández Martínez fue Rosa María Sánchez González, una niña desaparecida el 29 de octubre del 2010. La niña era su alumna; un día la raptó al verla sola en la calle, la llevó a su casa y allí la violó. Después la estranguló. Para deshacerse del cadáver, fue hasta un cañaveral y allí tiró el cuerpo.
La escuela de karate
El 24 de mayo de 2011, Adriana Martínez Campuzano, una niña de trece años, desapareció sin dejar rastro. Fue reportada como secuestrada en todos los medios de comunicación por su madre, Sandra Campuzano. Dijo que su hija desapareció cuando se dirigía a la escuela secundaria Ponciano Arriaga, donde realizaba sus estudios. La Procuraduría General de Justicia del Estado, en un boletín oficial fechado el 7 de junio, se apresuró a asegurar que la niña “había huido” de su casa.
Adriana Martínez Campuzano
En su momento Sandra Campuzano rechazó la versión de la PGJE respecto al paradero de su hija y aseguró que la niña no tenía motivos para huir de su hogar, ya que no tenía problemas familiares, como estaban inventando las autoridades. El comunicado de prensa fue una mentira “para lavarse las manos”. La Procuraduría jamás buscó a la niña. Luego de dar a conocer los nulos resultados de la Procuraduría, Sandra Campuzano contactó a la periodista Denise Maerker, cuyo equipo de trabajo se trasladó a Tamuín para entrevistarse con ella y hacer un reportaje.
Sandra Campuzano
La realidad es que Filiberto Hernández Martínez la había asesinado. "A ella me la llevé a la fuerza a mi casa, la violé y la estrangulé y después la aventé en un camino comunal", diría tiempo después. En julio de 2011, la Subprocuraduría de la Huasteca Norte localizó el cadáver. Después de 22 días de haber estado desaparecida, la niña apareció muerta en un cañaveral en un camino comunal del Ejido La Primavera, en el municipio de Tamuín. Según datos de la Policía Ministerial, quienes fueron los encargados de su búsqueda, fue encontrada muerta por estrangulamiento; antes había sido violada.
Su siguiente víctima fue Itzel Romany Castillo Torres, una niña de 11 años de edad, quien desapareció el 24 de enero de 2013; sus padres eran Gloria Castillo Torres y Óscar Ramos Hernández. Su madre era una agente de la policía municipal de Tamuín, que luego estuvo en la Policía Estatal. Su padrastro era policía ministerial. En esas fechas, Itzel Romany tomaba clases de catecismo con Filiberto.
Itzel Romany Castillo Torres
Al principio, las desapariciones se atribuyeron a la delincuencia organizada o a una banda de traficantes de niños. Luego comenzó a manejarse la posibilidad de que se tratara de un asesino en serie.
Carteles de búsqueda de Itzel Romany Castillo Torres
Dulce Jimena Reyes Rodríguez, una niña de nueve años, desapareció el 11 de abril de 2014 en la mañana, mientras caminaba hacia el Parque DIF. Iba sola cuando todos le perdieron la pista. En su trayecto hacia allá, tuvo que haber pasado afuera del gimnasio donde Filberto enseñaba karate.
Dulce Jimena Reyes Rodríguez
Él la vio, la siguió, después procedió a raptarla. Se la llevó también a su casa, donde le dio una golpiza. Luego la violó y terminó estrangulándola. Arrojó el cadáver en el mismo lugar donde había dejado el primero.
Carteles de búsqueda de Dulce Jimena Reyes Rodríguez
Pronto buscó una nueva víctima. El 6 de mayo de 2014, Eliehoenai Chávez Rivera “Nanis”, de 32 años y quien salía de trabajar de la maquiladora Ensacar México, ubicada en la colonia Vista Alegre, desapareció. La última vez que la vieron con vida iba saliendo de su trabajo; eran las 19:40 horas y jamás llegó a su casa, ubicada en la calle Libertad nº 11 de la Colonia Hidalgo. El localizador satelital de su teléfono celular perdió la señal a la altura de la curva La Calandria, rumbo a Valles.
Eliehoenai Chávez Rivera
La mujer vestía camisa a rayas amarillo con blanco, con logo de la empresa, pantalón de mezclilla azul, botines cafés y cinturón café, portaba una bolsa tipo mariconera en color negro y una lonchera térmica en color rosa. Tenía la piel morena clara, cabello castaño ondulado, medía 1.54 metros y pesaba 47 kilogramos aproximadamente. Tenía una cicatriz de dos centímetros a la mitad de la frente.
Carteles de búsqueda de Eliehoenai Chávez Rivera
Cuando Eliehoenai desapareció, se celebraba la feria del pueblo. El alcalde Santiago Ledezma Cano, quien acudió a inaugurar la feria, recomendó a la población extremar precauciones y vigilar muy de cerca a su familia. “Sí nos preocupa, por un lado estamos contestos porque es la fiesta del pueblo, pero sabemos que hay familias que están preocupadas, tristes porque no están completas, espero que la gente entienda la situación, que asistan a la Feria pero tomando sus precauciones”, diría, asegurando que hasta ese momento se desconocía el paradero de la víctima y que “lamentablemente Tamuín no cuenta con los suficientes recursos para reforzar la seguridad en la zona”.
Los titulares
El jueves 3 de julio de 2014 a las 18:00 horas, debido a las sospechas de una persona cercana, la Policía Ministerial detuvo a Filiberto Hernández Martínez, de 43 años de edad, quien confesó haber secuestrado y matado a cuatro niñas y una mujer. Al momento de su detención, portaba una navaja.
El arresto
Tras ser interrogado, dijo que arrojaba los cuerpos en el mismo lugar, que siempre actuó solo y en “sus cinco sentidos”, sin consumir drogas o alcohol. Luego reveló el lugar donde se había deshecho de los cadáveres: un cañaveral en la zona conocida como La Puntilla, perteneciente a la comunidad de La Fortaleza, en el municipio de Tamuín, en la Huasteca potosina. El lugar estaba cerca del rancho La Calandria, en la carretera Valles-Tampico.
La Puntilla y el cañaveral
Allí fue encontrado el cadáver de una mujer. La policía y los militares acudieron sólo para encontrar más restos, todos de mujeres. Los policías se sorprendieron al ver las condiciones en que se encontraban los cuerpos de las víctimas, que habían sido sometidas a torturas.
Al lugar se desplazaron peritos de la Procuraduría, policías ministeriales, militares y el propio Subprocurador de la Región Huasteca, Ricardo Escobedo Martínez. En un principio quisieron ocultar los hechos a la prensa, pero el despliegue policíaco confirmó la presencia de cadáveres.
Los agentes y soldados en el lugar del hallazgo
Los peritos forenses levantaron el cadáver de Eliehoenai Chávez Rivera. A pocos metros de ahí, encontraron el pequeño cuerpo de una niña en avanzado estado de descomposición, metido en una caja de cartón: era el de Dulce Jimena Reyes Rodríguez.
El sábado 5 de julio, a 800 metros de los otros cuerpos, encontraron el cadáver de Itzel Romany Castillo Torres. Su familia reconoció los zapatos tenis, ropa y accesorios que portaba al momento de su desaparición. Pidieron que se les entregara de inmediato el cuerpo de la niña para sepultarlo. También solicitaron que se le realizaran las pruebas del ADN para confirmar su identidad.
Los cadáveres
El Procurador General de Justicia, Miguel García Covarrubias, informó a los medios de la detención del asesino. Dijo que las niñas asesinadas eran alumnas en el gimnasio de karate y zumba que el presunto homicida tenía a su cargo.
Miguel García Covarrubias
Filiberto habló sobre más víctimas; dijo que había otros cadáveres, correspondientes a dos mujeres adultas. Uno de ellos estaba cerca de La Calandria, pero lo había tirado en un paraje donde se presentan frecuentes inundaciones y era imposible la búsqueda.
Ficha de detención
Admitió que dejó otro cadáver en medio de un cañaveral que pertenece al ejido La Fortaleza, pero el lugar que describió fue arrasado por el fuego de los cañeros, que queman caña por la zafra.
Los padres de Itzel Romany
La diputada local del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Rosa María Huerta Valdez, expresó ante los medios:
“Ojalá hubiera la pena de muerte en San Luis Potosí, porque esas gentes no merecen otra cosa. Ojalá caiga todo el peso de la ley para esta persona, porque de verdad que son casos muy lamentables y digo, cualquier situación es lamentable, pero en este caso eran niñas. Es algo que debe repudiar toda la sociedad potosina y todo el país.
Carteles de búsqueda de las víctimas
"Creo que gran parte de esto también viene desde el seno de la familia, yo creo que debemos extremas precauciones, saber con quién se juntan nuestros hijos, qué hacen y sobre todo tenerlos muy vigilados. Eso es como madre lo que yo puedo decir. No tengo palabras, estoy consternada por esta situación de Tamuín. Por supuesto, todo el peso de la ley y ojalá hubiera la pena de muerte en San Luis Potosí, porque esas gentes no merecen otra cosa”.
Rosa María Huerta Valdez
Unos días después de su detención y aconsejado por su abogado, decidió declararse inocente, afirmando: “Es mentira de lo que se me está acusando; yo, como buen ciudadano, católico, padre de familia, y a pesar de dedicarme a las artes marciales, enseño los valores de la familia a la sociedad, principalmente a niños, por lo tanto es mentira todo esto que me están levantando”.
El asesino bajo arresto
Las autoridades dijeron que sólo podían detenerlo por la posesión de la navaja y que si pagaba una fianza de $50,000 pesos, sería liberado, ya que aún no se presentaba una orden de aprehensión por los homicidios. Sin embargo, nadie pagó la fianza.
La cuenta de Facebook de la madre de Itzel RomanySu hermano Nicolás declaró:
“Aquí en mi casa no lo queremos y no estamos de acuerdo con lo que hizo”. Sobre los crímenes cometidos por su hijo, Marcelino Hernández diría:
“Dicen que hay que pagar como 50,000 pesos de fianza, pues de dónde, no tenemos dinero, Filiberto rentaba la casa donde vivía, ahí dejó todo y no podemos entrar porque sólo él sabe. Ni modo, él se lo buscó